Un doctorado honoris causa, cuyo significado en latín es «por causa de honor», es un título honorífico universitario que se otorga a personajes destacados que han realizado contribuciones significativas en un campo específico, han servido de manera destacada a la comunidad o bien como un reconocimiento a su trayectoria profesional. A pesar de lo que pueda pensar la mayoría de las personas, los honoris no tienen por qué tener una trayectoria académica determinada, tan siquiera una carrera universitaria.
Ser excelentes y acatar los estrictos filtros requeridos, para otorgar este honor, no solo por un reflejo de su arduo trabajo, sino también de la confianza y el reconocimiento merecido por su compromiso inquebrantable con la educación y el desarrollo de quienes le rodean.
Que este título honorífico sea solo el comienzo de un camino lleno de éxitos y logros. La dedicación y el esfuerzo continuo seguirán inspirando a otros a alcanzar sus metas y a hacer del mundo un lugar mejor.
Es dar un valor, razón y reconocimiento a los méritos de las personas así como su espíritu de solidaridad y por las acciones de apoyo como servicios a las personas, familias, grupos éticos, instituciones, empresas y sociedad en general por el liderazgo que los caracteriza.
Las personas designadas como honoris causa participan en una ceremonia de investidura, que por norma general se celebra en las instalaciones de la propia universidad. Al acto acuden el rector, acompañado del claustro de profesores, el secretario general y el padrino, encargado de leer la laudatio del doctor honoris causa, en la que se recogen los valores esenciales que llevan a la universidad a conceder tal reconocimiento.
Durante la ceremonia, al homenajeado se le otorgan distintos elementos que guardan un gran significado:
Tras la finalización de la ceremonia, el nuevo doctor pasa a sentarse junto a sus compañeros, comprometiéndose a guardar las leyes y el honor de la universidad y prestarle favor, auxilio y consejo.